Sábado, 7 de junio de 2008 La Opinión de Granada
La magia de la Alhambra
Después del triunfo alcanzado con 'Azafrán', el escritor malagueño José Manuel García Marín se propone en su nueva novela transmitir, a través del minucioso recorrido por uno de los rincones más cautivadores del Generalife, la atmósfera sagrada e inconfundible que consiguieron crear los nazaríes.
Ascender por el agua
Una recreación de la Granada nazarí permite, a través de un rincón señalado del conjunto de la Alhambra, desentrañar un mito del arte
Carlos Navarro
Si se visita el Generalife, casi al final del recorrido, el encuentro con la escalera que asciende hasta el Mirador romántico deja huella imborrable en el recuerdo. Este ascenso es una mezcla perfecta entre funcionalidad, mística y arte.
Desde hace tres años se esperaba como agua de mayo la siguiente obra de un autor malagueño apasionado por la temática andalusí. Su anterior novela, `Azafrán', fue un éxito de críticas y ventas, describiendo con profusión de detalle variados entornos del Al-Ándalus del siglo XIII. La espera ha terminado, y ha merecido la pena.
`La Escalera del Agua' narra la complicada existencia de un joven de Las Hurdes, que se ve abocado a un viaje sin retorno en la España de la posguerra en busca de algún futuro, huyendo de su pasado inmediato -comete un asesinato al defender a su hermana de un violador- mientras trata de recuperar las huellas de su pasado más lejano -desciende de los moriscos expulsados de sus tierras en los siglos XVI y XVII-. Tal viaje iniciático llevará al personaje protagonista, Ángel Castaño Crespo, desde una recóndita comarca cacereña a Toledo y a Granada.
La estructura de este libro es bastante sencilla. Se divide en seis capítulos, en cinco de los cuales se nos muestra la evolución del personaje y su entorno durante el siglo XX: su analfabetismo inicial, su posterior formación tanto intelectual como humana en el Convento de San Juan de los Reyes, y el ilusionante descubrimiento del amor, así como su formación y crecimiento en el ámbito laboral.
En los capítulos restantes nos encontraremos con la huida de los ancestros del protagonista tras la inicial expulsión de los moriscos de Granada en el siglo XVI y el posterior edicto de 1609. Tras una apresurada salida de Talavera de la Reina en una peregrinación forzosa en busca de Portugal, optan por asentarse en Las Hurdes con la esperanza vana de que la persecución que sufren llegue a su fin.
Cabe destacar la inmersión en la trama a la que se ve arrastrado el lector en algunos pasajes del libro. En concreto, el capítulo inicial, que desarrolla la miserable vida que lleva la familia del protagonista y sus conocidos en Las Hurdes, es de una riqueza y de un gusto por el detalle de gran calidad, algo que se tiende a obviar en bastantes relatos actuales de supuestos grandes autores.
Asimismo, también es muy destacable el capítulo dedicado al éxodo de los moriscos del siglo XVII que les conduce a Las Hurdes. García Marín recrea con una prosa exquisita, preñada de términos enriquecedores, tanto el inclemente entorno que envuelve a la comitiva como a los propios protagonistas.
Gran parte de la evolución personal del personaje central se desarrolla en Toledo, ciudad a la que el autor homenajea en esta obra con deslumbrantes descripciones, que hacen realmente sencillo sentirse paseando por el casco antiguo de la ciudad imperial.
Granada también tiene su parcela en esta obra, aunque con menor detalle, sobre todo mediante la Alhambra. De hecho, el título de este libro hace referencia a una zona concreta en el Generalife. En cuanto a los personajes, son atractivos, están suficientemente bien desarrollados y aportan una enorme solidez al conjunto.
En resumen: una novela histórica bien documentada, que no pretende ser absolutamente fidedigna, relativamente fácil de leer, entretenida y enriquecedora, con algunas licencias a la divagación que no desmerecen en absoluto el resultado final.
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